miércoles, 31 de octubre de 2012

Juan de los muertos



50 años después de la Revolución Cubana, otra nueva revolución llega a La Habana. Una misteriosa infección está convirtiendo a sus habitantes en muertos vivientes sedientos de carne humana. Juan, como buen cubano, decide montar un negocio para sacar partido de la situación: Juan de los Muertos, con el eslogan «matamos a sus seres queridos». Eliminando a los infectados, Juan y sus amigos comienzan a hacer fortuna. Sin embargo, la situación se complica cada vez más. Nadie sabe de dónde proviene la infección, ni mucho menos cómo acabar con ella, mientras el gobierno cubano insiste en que son disidentes pagados por los Estados Unidos para acabar con la Revolución. Muy a su pesar, Juan se va a convertir en un nuevo héroe.

Demasiada propaganda Cubana y demasiada idiosincrasia es lo que me he encontrado en una película, que en un principio debía ser algo cómico y divertido.
A pesar de estas diferencias con la idea preconcebida que puede levar uno, el elenco de protagonistas, se unen para darte un rato divertido, con anécdotas y situaciones bastante hilarantes, que al fin y al cabo es de lo que se trata.

Una película mas de zombis, pero con un toque cómico que se agradece de vez en cuando

lunes, 22 de octubre de 2012

Nueva York Hora z



En esta historia los soldados estadounidenses destinados en Bagdad, han sido trasladados con carácter de urgencia a NY para defender un hospital y diversos puntos estratégicos de la ciudad donde reposan los infectados por el Hong Kong Lyssa, un virus que se transmite por el aire y que provoca insuficiencias respiratorias a sus pacientes. Este virús se extiende muy rápido y puede ser mortal, convirtiendo a su portador en un Perro Rabioso que vive, a lo sumo, dos días sumido en la más absoluta violencia. Una especie de Zombi de dos días.
En la ciudad se implanta el caos absoluto. Los hospitales se colapsan con miles de infectados y también muchos hipocondriacos. Los soldados se ven desbordados por el trabajo cuando aún ocurre algo peor… el HK Lyssa muta, convirtiendo a los enfermos en zombis de toda la vida. La situación empeorará aún más, el virus no se reproduce solamente por el aire, sino por la saliva de los Perros Rabiosos.
Aunque parezca un libro más de temática zombi, este libro está rodeado de una atmósfera llena de sensaciones que muestra el puto de vista de su autor. Nos introduce en un mundo técnico militar ajeno al mundo de los lectores. Una disciplina que sacude las mentes de los protagonistas entre el deber y la supervivencia, la obediencia debida al superior o el amor por la familia ausente.

LA verdad, esque no me ha gustado mucho el libro, y eso que es un genero que si me gusta bastante como se ha podido comprobar, pero es un libro aburrido, sin accion, que al fin y al cabo, es lo que se espera en esta tematica, y con muchos cabos sueltos

jueves, 18 de octubre de 2012

10 mitos de belleza derribados por los expertos



Para aclarar la verdad en torno a ellos, un grupo de expertos estadounidenses entrevistados por Real Simple, explicaron cuánto de verdad y cuánto de falsedad tienen estas creencias populares.
Revisa qué dijeron los expertos a continuación:
Mito 1: Cruzar las piernas hace salir varices
Según Kevin Pinsky, dermatólogo de Chicago (EEUU), sentarse y cruzar las piernas no hará que las piernas sean más varicosas. Él explica que los várices surgen por una predisposición genética o bien, porque tienen trabajos que los obligan a estar de pie todo el día. Esto último porque estar así requiere más trabajo vascular para bombear la sangre desde las piernas al corazón. Si la sangre no fluye bien, pueden surgir las antiestéticas várices.
El embarazo o un golpe fuerte también pueden desencadenar estas “arañas” vasculares.
Mito 2: La celulitis puede desaparecer por completo
Timothy Flynn, profesor clínico de dermatología en la Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill School of Medicine, dice que muchos tratamientos estéticos prometen borrar la celulitis, pero él asegura que eso es falso.
Ni siquiera la liposucción puede eliminarla de forma permanente. La celulitis consiste en depósitos de grasa que quedan atrapadas entre las bandas fibrosas que conectan los tejidos de la piel.
El dermatólogo señala que en gran parte la celulitis depende de la genética, no importando si eres flaco o gordo. Añade que las cremas reafirmantes ayudan a alisar la piel, pero que lo mismo también lo puede hacer una crema hidratante común.
Otra opción son los autobronceantes que ayudan a “camuflar”, afirma Elizabeth Tanzi, dermatóloga y codirectora de cirugía láser en Washington Institute of Dermatologic Laser Surgery.
Mito 3: Afeitarse las piernas, hará que el vello crezca más oscuro y grueso.
Los cabellos son más anchos en la base y más estrechos en la punta, dice Heather Woolery-Lloyd, dermatólogo de Miami. Por lo tanto, si lo afeitas, la parte más gruesa sale después y por eso da la impresión de que creció más grueso.
La verdad es que el rasurado no cambia la anchura, la densidad o el color del cabello.
Mito 4: Usar esmalte de uñas todo el tiempo hará que éstas se vuelvan amarillas.
Esto es en parte cierto, pero se puede evitar sin necesidad de dejar de pintarlas. La razón es que las uñas son porosas y absorben el pigmento de los esmaltes. “Los colores más oscuros, especialmente los rojos, tienen más pigmento, por lo que suelen manchar las uñas”, dice María Salandra, dueña del salón de manicure Finger Fitness, en Cliffside Park, Nueva Jersey.
Para evitarlo, puedes poner una capa de esmalte transparente antes de aplicar el de color.
Mito 5: Puedes reducir el tamaño de tus poros.
Es imposible cambiar el tamaño de los poros, pero puede hacer que se vean más pequeños con una receta casera. “Las claras de huevo tensan la piel y dan la ilusión de que los poros son más pequeños, pero es un efecto temporal”, dice Elizabeth McBurney, profesora clínica de dermatología en la Tulane University School of Medicine, en Nueva Orleans.
Mito 6: Frotarse los ojos hace salir arrugas.
Según Paul Jarrod Frank, dermatólogo de Nueva York, no te saldrán más patas de gallo por frotar tus ojos cuando estás cansado. La gravedad, y los movimientos repetitivos como sonreír o fruncir el ceño, si lo harán con el tiempo.
Mito 7: Aplicarse manteca de cacao o aceite de oliva ayuda a desaparecer las estrías
Las estrías se producen cuando la piel se expande rápidamente y se rompen las fibras de colágeno y elastina. “Las estrías se forman debajo de la capa superior de la piel, donde la manteca de cacao y aceite de oliva no puede alcanzar “, dice McBurney.
Lo único que podrían hacer estos elementos es calmarla picazón que se produce cuando la piel se expande en el embarazo.
Mito 8: Dormir boca arriba hará que tu cara quede libre de arrugas.
Esto es una exageración. Si bien es cierto que esta posición hace que se ejerza menos presión en la cara, no es suficiente para combatir las arrugas.
“Si usted suele dormir en un lado, esa parte de la cara por lo general tendrá más arrugas que el otro”, dice Tanzi, pero asegura que la diferencia es muy sutil. Woolery-Lloyd añade que si bien aprender a dormir de espalda puede ayudar a la piel un poco, es mucho mejor usar un buen protector solar todos los días.
Mito 9: Arrancar una cana hace que crezcan muchas más en ese lugar.
Esto es completamente falso, dice dice Philip Berkovitz, fundador de los productos para el cabello Philip B.. “¿Cómo pueden surgir 10 nuevos folículos, desde uno?”, añade.
Mito 10: El cabello crece más rápido en verano que en invierno.
Aunque los estudios han demostrado que la barba de los hombres crecen más rápido en verano, no hay evidencia de que pase lo mismo con el pelo de la cabeza. Si llegase a ser así la diferencia sería imperceptible, asegura McBurney.
Sólo se ha llegado a demostrar que el cabello de las mujeres crece más rápido durante el embarazo, debido a las hormonas.

viernes, 12 de octubre de 2012

Sistema 3 pasos de clinique

Limpieza suave

El primer paso lo damos con la limpieza de nuestro rostro a través de un jabón suave y sin detergentes que eliminará la suciedad acumulada. Tras utilizarlo se nota una ligera sensación de frescor y no reseca pese a ser jabón.

Exfoliación y retirada de células muertas

Tras el jabón, aplicamos la loción clarificante, quizá el producto más famoso de los tres pasos. Se aplica con en la cara ya seca, con un disco de los de desmaquillar, deslizándolo por la piel sin apretar. Hay que arrastrar dando una sola pasada, sin frotar. Las células muertas se eliminan de esta forma. Los productos de Clinique están libres de perfume, por ello en este tónico notamos un marcado olor a alcohol que nos puede resultar un poco desagradable. Hay que evitar que entre en contacto con la zona de los ojos y con el contorno, ya que lo puede irritar o dejarlo tirante.
Tras utilizarlo, a mí la piel se me queda un poco tirante y eso no me termina de gustar, pero al menos ya veo cómo los poros comienzan a cerrarse.

Hidratación y equilibrio

Tras el jabón y el exfoliante nuestra piel ha quedado limpia pero muy desnuda. Hay que devolverle el nivel de hidratación que nos llevamos también al quitarle la suciedad. La crema hidratante del tercer paso está disponible en loción o en gel, yo he probado el segundo, que es el indicado para las pieles con tendencia a engrasarse. La textura es muy ligerita y se absorbe con muchísima rapidez. Me gusta porque alisa un poquito la piel y la deja bastante suave.
Si vamos maquilladas, deberemos utilizar nuestro habitual desmaquillante antes del primer paso, ya que el jabón no arrastra el maquillaje. Si utilizamos alguna crema de tratamiento, la usaremos tras el último paso.
Como ya he dicho, lo llevo utilizando desde hace un mes, y he comprobado cómo me salen menos granitos y voy domando poco a poco mi zona T. Tengo una duda y es que no sé si mi piel llegará un punto en el que se acostumbre tanto al tratamiento que ya no le haga efecto, espero que no, y que los resultados sean a largo plazo. Al menos, hasta el momento, mi cutis no ha reaccionado creando más grasa.
El tema de los poros es algo que siempre me ha preocupado. Con este tratamiento, los tengo más cerrados, aunque espero que mejoren algo más. El tema de la ausencia de perfume no es que me llegue a incomodar, pero sí es cierto que se echa de menos, pero bueno, menos riesgo de alergias e irritaciones eso sí.
Una de las cosas que echo en falta es que la hidratante no tenga factor de protección solar, algo ya muy habitual en los productos cosméticos de tratamiento para el rostro, me parece un poco increíble.Me gustaría saber si alguien ha tenido la ocasión de probarlo y cuáles han sido los resultados

domingo, 7 de octubre de 2012

100 preguntas basicas sobre ciencia

Si no hay nada más rápido que la luz, ¿qué son los taquiones, que al parecer se mueven más deprisa que ella?


La teoría especial de la relatividad de Einstein dice que es imposible hacer que ningún objeto de nuestro universo se mueva a una velocidad mayor que la de la luz en el vacío. Haría falta una cantidad infinita de energía para comunicarle una velocidad igual a la de luz, y la cantidad «plus quam infinita» necesaria para pasar de ese punto sería impensable.
Pero supongamos que un objeto estuviese moviéndose ya más deprisa que la luz.
La luz se propaga a 299.793 kilómetros por segundo. Pero, ¿qué ocurriría si un objeto de un kilogramo de peso y de un centímetro de longitud se estuviera moviendo a 423.971 kilómetros por segundo? Utilizando las ecuaciones de Einstein comprobamos que el objeto tendría entonces una masa de - kilogramos y una longitud de + centímetros.
O dicho con otras palabras: cualquier objeto que se mueva más deprisa que la luz tendría que tener una masa y una longitud expresadas en lo que los matemáticos llaman «números imaginarios» (véase pregunta 6). Y como no conocemos ninguna manera de visualizar masas ni longitudes expresadas en números imaginarios, lo inmediato es suponer que tales cosas, al ser impensables, no existen.
Pero en el año 1967, Gerald Feinberg, de la Universidad Columbia, se preguntó si era justo proceder así. (Feinberg no fue el primero que sugirió la partícula; el mérito es de O. M. Bilaniuk y E. C. G. Sudarshan. Pero fue Feinberg quien divulgó la idea.) Pudiera ser, se dijo, que una masa y una longitud «imaginarias» fuesen simplemente un modo de describir un objeto con gravedad negativa (pongamos por caso): un objeto que, dentro de nuestro universo, repele a la materia en lugar de atraerla gravitatoriamente.
Feinberg llamó «taquiones» a estas partículas más rápidas que la luz y de masa y longitud imaginarias; la palabra viene de otra que en griego significa «rápido». Si concedemos la existencia de estos taquiones, ¿podrán cumplir los requisitos de las ecuaciones de Einstein?
Aparentemente, sí. No hay inconveniente alguno en imaginar un universo entero de taquiones que se muevan más deprisa que la luz pero que sigan cumpliendo los requisitos de la relatividad. Sin embargo, en lo que toca a la energía y a la velocidad, la situación es opuesta a lo que estamos acostumbrados.
En nuestro universo, el «universo lento», un cuerpo inmóvil tiene energía nula; a medida que adquiere energía va moviéndose cada vez más deprisa, y cuando la energía se hace infinita el cuerpo va a la velocidad de la luz. En el «universo rápido», un taquión de energía nula se mueve a velocidad infinita, y cuanta más energía adquiere más despacio va; cuando la energía se hace infinita, la velocidad se reduce a la de la luz.
En nuestro universo lento ningún cuerpo puede moverse más deprisa que la luz bajo ninguna circunstancia. En el universo rápido, un taquión no puede moverse más despacio que la luz en ninguna circunstancia. La velocidad de la luz es la frontera entre ambos universos y no puede ser cruzada.
Pero los taquiones ¿realmente existen? Nada nos impide decidir que es posible que exista un universo rápido que no viole la teoría de Einstein, pero el que sea posible no quiere decir que sea.
Una posible manera de detectar el universo rápido se basa en la consideración de que un taquión, al atravesar un vacío con velocidad superior a la de la luz, tiene que dejar tras sí un rastro de luz potencialmente detectable. Naturalmente, la mayoría de los taquiones irían muy, muy deprisa, millones de veces más deprisa que la luz (igual que los objetos corrientes se mueven muy despacio, a una millonésima de la velocidad de la luz).
Los taquiones ordinarios y sus relámpagos de luz pasarían a nuestro lado mucho antes de que nos pudiésemos percatar de su presencia. Tan sólo aquellos pocos de energía muy alta pasarían con velocidades próximas a la de la luz. Y aún así, recorrerían un kilómetro en algo así como 1/300.000 de segundo, de modo que detectarlos exigiría una operación harto delicada.

sábado, 6 de octubre de 2012

100 preguntas basicas sobre ciencia

Las partículas que se mueven más deprisa que la luz emiten radiación luminosa. ¿Cómo es posible, si no hay nada que se propague más deprisa que la luz?


A menudo se oye decir que las partículas no pueden moverse «más deprisa que la luz» y que la «velocidad de la luz» es el límite último de velocidad.
Pero decir esto es decir las cosas a medias, porque la luz viaja a velocidades diferentes según el medio en que se mueve. Donde más deprisa se mueve la luz es en el vacío: allí lo hace a 299.793 kilómetros por segundo. Éste es el límite último de velocidades.
Por consiguiente, para ser precisos habría que decir que las partículas no pueden moverse «más deprisa que la velocidad de la luz en el vacío».
Cuando la luz se mueve a través de un medio transparente, siempre lo hace más despacio que en el vacío, y en algunos casos mucho más despacio. Cuanto más despacio se mueva en un medio dado, tanto mayor es el ángulo con que se dobla (refracta) al entrar en ese medio desde el vacío y con un ángulo oblicuo. La magnitud de ese doblamiento viene definida por lo que se denomina el «índice de refracción».
Si dividimos la velocidad de la luz en el vacío por el índice de refracción de un medio dado, lo que obtenemos es la velocidad de la luz en dicho medio. El índice de refracción del aire, a la presión y temperatura normales, es aproximadamente 1,003, de modo que la velocidad de la luz en el aire es 299.793 dividido por 1,0003 ó 299.703 kilómetros por segundo. Es decir, 90 kilómetros por segundo menos que la velocidad de la luz en el vacío.
El índice de refracción del agua es 1,33, del vidrio corriente 1,7 y del diamante 2,42. Esto significa que la luz se mueve a 225.408 kilómetros por segundo por el agua, a 176.349 kilómetros por segundo por el vidrio y a sólo 123.881 kilómetros por segundo por el diamante.
Las partículas no pueden moverse a más de 299.793 kilómetros por segundo, pero desde luego sí a 257.500 kilómetros por segundo, pongamos por caso, incluso en el agua. En ese momento están moviéndose por el agua a una velocidad mayor que la de la luz en el agua. Es más, las partículas pueden moverse más deprisa que la luz en cualquier medio excepto el vacío.
Las partículas que se mueven más deprisa que la luz en un determinado medio distinto del vacío emiten una luz azul que van dejando tras de sí como si fuese una cola. El ángulo que forman los lados de esta cola con la dirección de la partícula depende de la diferencia entre la velocidad de la partícula y la de la luz en ese medio.
El primero que observó esta luz azul emitida por las partículas más veloces que la luz fue un físico ruso llamado Pavel A. Cerenkov, que anunció el fenómeno en 1934. Esa luz se denomina, por tanto, «radiación de Cerenkov». En 1937, otros dos físicos rusos, Eya M. Frank e Igor Y. Tamm, explicaron la existencia de esta luz, relacionándola con las velocidades relativas de la partícula y de la luz en el medio de que se tratara. Como resultado de ello, los tres recibieron en 1958 el Premio Nóbel de Física.
Para detectar dicha radiación y medir su intensidad y la dirección con que se emite se han diseñado instrumentos especiales, llamados «contadores de Cerenkov».
Los contadores de Cerenkov son muy útiles porque sólo son activados por partículas muy rápidas y porque el ángulo de emisión de la luz permite calcular fácilmente su velocidad. Los rayos cósmicos muy energéticos se mueven a una velocidad tan próxima a la de la luz en el vacío, que producen radiación de Cerenkov incluso en el aire.
Los taquiones, partículas hipotéticas que sólo se pueden mover más de prisa que la luz en el vacío, dejarían un brevísimo relámpago de radiación de Cerenkov incluso en el vacío. Las esperanzas que tienen los físicos de probar la existencia real de los taquiones se cifran en detectar precisamente esa radiación de Cerenkov (suponiendo que existan, claro está).

viernes, 5 de octubre de 2012

100 preguntas basicas sobre ciencia

¿Por qué la materia no puede moverse más deprisa que la velocidad de la luz? (Parte 2)


Las explicaciones anteriores no dejaron sentada del todo la cuestión, sino que plantearon dudas e incitaron a muchos a formular por carta nuevas preguntas. Algunos preguntaban: «¿Por qué se convierte la energía en masa y no en velocidad?» o «¿Por qué se propaga la luz a 299.793 kilómetros por segundo y no a otra velocidad?»
Hoy por hoy, la única respuesta posible a esas preguntas es: «Porque así es el universo».
Otros preguntaban: «¿Cómo aumenta la masa?» Esto ya es más fácil. No es que aumente el número de átomos, que sigue siendo el mismo, sino que es la masa de cada átomo (en realidad de cada partícula dentro del átomo) la que aumenta.
Hubo quienes preguntaron si no sería posible aumentar los recursos terrestres a base de mover la materia muy deprisa, doblando así su masa. De ese modo tendríamos justamente el doble.
No es cierto. El aumento de masa no es «real». Es una cuestión de medida. La velocidad sólo adquiere significado como medida relativa a algo: a la persona que efectúa la medida, pongamos por caso. Lo único que cuenta es la medición. Ni tú ni yo podemos medir materia que se mueve más deprisa que la luz.
Pero supón que te agarras a esa materia que acabas de comprobar que tiene el doble de su masa normal y que la quieres utilizar para un fin determinado. Al moverte junto con ella, su velocidad con respecto a ti es cero y de pronto su masa es otra vez la normal.
Si pasas como un relámpago al lado de tu amigo a una velocidad próxima a la de la luz, verías que su masa es enorme y él vería igual de enorme la tuya. Tanto tú corno él pensaríais que vuestra propia masa era normal.
Preguntaréis: «¿Pero cuál de los dos ha aumentado realmente de masa?» La respuesta es: «Depende de quién haga la medida». No hay «realmente» que valga; las cosas son tal como son medidas con respecto a algo y por alguien. De ahí el nombre de teoría de la «relatividad».
Nosotros pensamos que estamos cabeza arriba y que los australianos están cabeza abajo. Los australianos piensan lo mismo pero al revés. ¿Cuál de las dos visiones es «realmente» la correcta? Ninguna de las dos. No hay «realmente» que valga. Depende de en qué punto de la Tierra nos encontremos. Todo es relativo.
Hubo también lectores que preguntaron: «Si la masa aumenta con la velocidad, ¿no se haría cero cuando el objeto estuviera absolutamente quieto?» Pero es que no hay el «absolutamente quieto». Sólo hay «reposo relativo». Una cosa puede estar en reposo en relación con otra. Cuando un objeto está en reposo en relación con la persona que efectúa la medida, posee una cierta masa mínima denominada «masa en reposo». La masa no puede ser menor que eso.
A velocidades relativas grandes no sólo aumenta la masa de un objeto, sino que disminuye también la longitud del mismo en la dirección del movimiento y se retrasa el paso del tiempo por dicho objeto.
Y si preguntamos que por qué, la respuesta es: «Porque si no fuese así, la velocidad de la luz no sería la velocidad máxima para la materia.»

jueves, 4 de octubre de 2012

100 preguntas basicas sobre ciencia

¿Por qué la materia no puede moverse más deprisa que la velocidad de la luz? (Parte 1)


La energía suministrada a un cuerpo puede influir sobre él de distintas maneras. Si un martillo golpea a un clavo en medio del aire, el clavo sale despedido y gana energía cinética o, dicho de otro modo, energía de movimiento. Si el martillo golpea sobre un clavo incrustado en madera dura e incapaz por tanto de moverse, el clavo seguirá ganando energía, pero en forma de calor.
Albert Einstein demostró en su teoría de la relatividad que la masa cabía contemplarla como una forma de energía (y el invento de la bomba atómica probó que estaba en lo cierto). Al añadir energía a un cuerpo, esa energía puede aparecer por tanto en la forma de masa, o bien en otra serie de formas.
En condiciones ordinarias, la ganancia de energía en forma de masa es tan increíblemente pequeña, que sería imposible medirla. Fue en el siglo xx —con la observación de partículas subatómicas que se movían a velocidades de decenas de miles de kilómetros por segundo— cuando se empezaron a encontrar aumentos de masa que eran suficientemente grandes para poder detectarlos. Un cuerpo que se moviera a unos 260.000 kilómetros por segundo respecto a nosotros mostraría una masa dos veces mayor que en reposo (siempre respecto a nosotros).
La energía que se comunica a un cuerpo libre puede integrarse en él de dos maneras distintas: 1) en forma de velocidad, con lo cual aumenta la rapidez del movimiento, y 2) en forma de masa, con lo cual se hace «más pesado». La división entre estas dos formas de ganancia de energía, tal como la medimos nosotros, depende en primer lugar de la velocidad del cuerpo (medida, una vez más, por nosotros).
Si el cuerpo se mueve a velocidades normales, prácticamente toda la energía se incorpora en forma de velocidad: el cuerpo se mueve más aprisa sin sufrir apenas ningún cambio de masa.
A medida que aumenta la velocidad del cuerpo (y suponiendo que se sigue inyectando constantemente energía) es cada vez menos la energía que se convierte en velocidad y más la que se transforma en masa. Observamos que aunque el cuerpo siga moviéndose cada vez más rápido, el ritmo de aumento de velocidad decrece. Como contrapartida notamos que gana masa a un ritmo ligeramente mayor.
Al aumentar aún más la velocidad y acercarse a los 299.793 kilómetros por segundo, que es la velocidad de la luz en el vacío, casi toda la energía añadida entra en forma de masa. Es decir, la velocidad del cuerpo aumenta muy lentamente, pero ahora es la masa la que sube a pasos agigantados. En el momento en que se alcanza la velocidad de la luz, toda la energía añadida aparece en forma de masa adicional.
El cuerpo no puede sobrepasar la velocidad de la luz, porque para conseguirlo hay que comunicarle energía adicional, y a la velocidad de la luz toda esa energía, por mucha que sea, se convertirá en nueva masa, con lo cual la velocidad no aumentará ni un ápice.
Todo esto no es «pura teoría». Los científicos han observado con todo cuidado durante años las partículas subatómicas. En los rayos cósmicos hay partículas de energía increíblemente alta, pero por mucho que aumenta su masa, la velocidad nunca llega a la de la luz en el vacío. La masa y la velocidad de las partículas subatómi­cas son exactamente como predice la teoría de la relatividad, y la velocidad de la luz es una velocidad máxima como una cuestión de hecho, no en virtud de simples especulaciones.

miércoles, 3 de octubre de 2012

100 preguntas basicas sobre ciencia

¿Qué es, en pocas palabras, la teoría de la relatividad de Einstein?


Según las leyes del movimiento establecidas por primera vez con detalle por Isaac Newton hacia 1680-89, dos o más movimientos se suman de acuerdo con las reglas de la aritmética elemental. Supongamos que un tren pasa a nuestro lado a 20 kilómetros por hora y que un niño tira desde el tren una pelota a 20 kilómetros por hora en la dirección del movimiento del tren. Para el niño, que se mueve junto con el tren, la pelota se mueve a 20 kilómetros por hora. Pero para nosotros, el movimiento del tren y el de la pelota se suman, de modo que la pelota se moverá a la velocidad de 40 kilómetros por hora.
Como veis, no se puede hablar de la velocidad de la pelota a secas. Lo que cuenta es su velocidad con respecto a un observador particular. Cualquier teoría del movimiento que intente explicar la manera en que las velocidades (y fenómenos afines) parecen variar de un observador a otro sería una «teoría de la relatividad».
La teoría de la relatividad de Einstein nació del siguiente hecho: lo que funciona para pelotas tiradas desde un tren no funciona para la luz. En principio podría hacerse que la luz se propagara, o bien a favor del movimiento terrestre, o bien en contra de él. En el primer caso parecería viajar más rápido que en el segundo (de la misma manera que un avión viaja más aprisa, en relación con el suelo, cuando lleva viento de cola que cuando lo lleva de cara). Sin embargo, medidas muy cuidadosas demostraron que la velocidad de la luz nunca variaba, fuese cual fuese la naturaleza del movimiento de la fuente que emitía la luz.
Einstein dijo entonces: supongamos que cuando se mide la velocidad de la luz en el vacío, siempre resulta el mismo valor (unos 299.793 kilómetros por segundo), en cualesquiera circunstancias. ¿Cómo podemos disponer las leyes del universo para explicar esto?
Einstein encontró que para explicar la constancia de la velocidad de la luz había que aceptar una serie de fenómenos inesperados.
Halló que los objetos tenían que acortarse en la dirección del movimiento, tanto más cuanto mayor fuese su velocidad, hasta llegar finalmente a una longitud nula en el límite de la velocidad de la luz; que la masa de los objetos en movimiento tenía que aumentar con la velocidad, hasta hacerse infinita en el límite de la velocidad de la luz; que el paso del tiempo en un objeto en movimiento era cada vez más lento a medida que aumentaba la velocidad, hasta llegar a pararse en dicho límite; que la masa era equivalente a una cierta cantidad de energía y viceversa.
Todo esto lo elaboró en 1905 en la forma de la «teoría especial de la relatividad», que se ocupaba de cuerpos con velocidad constante. En 1915 extrajo consecuencias aún más sutiles para objetos con velocidad variable, incluyendo una descripción del comportamiento de los efectos gravitatorios. Era la «teoría general de la relatividad».
Los cambios predichos por Einstein sólo son notables a grandes velocidades. Tales velocidades han sido observadas entre las partículas subatómicas, viéndose que los cambios predichos por Einstein se daban realmente, y con gran exactitud. Es más, sí la teoría de la relatividad de Einstein fuese incorrecta, los aceleradores de partículas no podrían funcionar, las bombas atómicas no explotarían y habría ciertas observaciones astronómicas imposibles de hacer.
Pero a las velocidades corrientes, los cambios predichos son tan pequeños que pueden ignorarse. En estas circunstancias rige la aritmética elemental de las leyes de Newton; y como estamos acostumbrados al funcionamiento de estas leyes, nos parecen ya de «sentido común», mientras que la ley de Einstein se nos antoja «extraña».

martes, 2 de octubre de 2012

100 preguntas basicas sobre ciencia

¿Qué es la teoria del campo unificado?


A mediados del siglo xix se conocían cuatro fenómenos que eran capaces de hacerse notar a través del vacío. Eran: 1) gravitación, 2) luz, 3) atracción y repulsión eléctricas, y 4) atracción y repulsión magnéticas.
Al principio parecía que los cuatro fenómenos eran completamente independientes, que no tenían necesariamente ninguna conexión entre sí. Pero entre 1864 y 1873 el físico teórico escocés J. Clerk Maxwell analizó matemáticamente los fenómenos eléctricos y magnéticos, encontrando ciertas relaciones básicas (las «ecuaciones de Maxwell») que describían tanto los fenómenos eléctricos como los magnéticos y que demostraban que los unos dependían de los otros. No había ningún efecto eléctrico que no fuese acompañado de un determinado efecto magnético, y viceversa. En otras palabras, podía hablarse de un «campo electromagnético», que se extendía a través del vacío y que, por contacto, influía sobre los cuerpos de acuerdo con la intensidad del campo en ese punto del espacio.
Maxwell demostró también que haciendo oscilar de manera regular a este campo se originaba una radiación que se alejaba de la fuente de oscilación a la velocidad de la luz en todas direcciones. La luz propiamente dicha era una de esas «radiaciones electromagnéticas» y Maxwell predijo la existencia de formas de luz con longitudes de onda mucho más pequeñas y mucho más grandes que la de la luz ordinaria. Esas otras formas de luz fueron descubiertas a lo largo de los veinte años siguientes, y hoy día se habla de todo un «espectro electromagnético».
Así pues, de los cuatro fenómenos mencionados al principio, tres (electricidad, magnetismo y luz) quedaron fundidos en un único campo. Pero quedaba aún la gravedad por explicar. Estaban 1) el campo electromagnético y 2) el campo gravitatorio, que al parecer seguían siendo dos campos independientes.
Los físicos, sin embargo, pensaban que sería mucho más bonito que hubiese un solo campo (esa es la «teoría del campo unificado»); y así empezaron a buscar la manera de describir los efectos electromagnéticos y los gravitatorios de modo que la existencia de unos pudiera utilizarse para describir la naturaleza de la existencia de los otros.
Pero aunque se descubriesen unas ecuaciones que combinaran los efectos electromagnéticos y los gravitatorios, no lograrían del todo proporcionar —según los criterios actuales— un campo auténticamente unificado. Después de 1935 se descubrieron dos nuevos tipos de campo que sólo afectan a las partículas subatómicas y, además, sólo a distancias inferiores al diámetro de un núcleo atómico. Son la «interacción nuclear fuerte» y la «interacción nuclear débil».
Un auténtico campo unificado tendría que dar cuenta de los cuatro campos que hoy se conocen.

lunes, 1 de octubre de 2012

100 preguntas basicas sobre ciencia

¿Cuál es la velocidad de la gravitación?


Una manera más larga, pero quizá más clara, de plantear la cuestión es ésta: supongamos que el Sol dejara de pronto de existir y se desvaneciera en la nada. ¿Cuánto tiempo pasaría antes de que la Tierra dejara de verse solicitada por su campo gravitatorio?
Una pregunta parecida podría ser: ¿Cuánto tiempo después de la desaparición del Sol dejaría la Tierra de recibir su luz?
La respuesta a la segunda pregunta la conocemos muy bien. Sabemos que el Sol se halla a poco menos de 150 millones de kilómetros de la Tierra y también que la luz se propaga a 299.793 kilómetros por segundo en el vacío. El último rayo de luz que abandonara el Sol, justo antes de desaparecer, tardaría 8,3 minutos en llegar a la Tierra. O digámoslo así: al Sol lo veríamos desaparecer 8,3 minutos más tarde de haber desaparecido realmente.
El motivo de que sea fácil contestar esta pregunta acerca de la luz es que hay una serie de métodos para medir efectivamente su velocidad de propagación. Tales mediciones son viables gracias a que podemos detectar cambios en la debilísima luz emitida por los cuerpos celestes remotos, y gracias también a que somos capaces de producir haces de luz muy intensos.
Con los campos gravitatorios no tenemos esas ventajas. Es muy difícil estudiar pequeños cambios en campos gravitatorios débiles, y además no sabemos producir, aquí en la Tierra, efectos gravitatorios intensos que se extiendan a grandes distancias.
Así, que hay que recurrir a la teoría. Hay cuatro tipos de interacción en el universo: 1) nucleares fuertes, 2) nucleares débiles, 3) electromagnéticas, y 4) gravitatorias. Las dos primeras son de corto alcance y decrecen muy rápidamente con la distancia. A distancias superiores a la anchura de un núcleo atómico, las interacciones nucleares son tan débiles que pueden ignorarse. Las interacciones electromagnéticas y gravitatorias son, por el contrario, de largo alcance. Decrecen sólo con el cuadrado de la distancia, lo cual quiere decir que se dejan sentir a distancias astronómicas.
Los físicos creen que cualquier interacción entre dos cuerpos tiene lugar por intercambio de partículas sub-atómicas. Cuanto mayor sea la masa de la partícula de intercambio, menor será el alcance de la interacción. La interacción nuclear fuerte, por ejemplo, resulta del intercambio de piones, que tienen una masa 270 veces más grande que la de los electrones. La interacción nuclear débil tiene lugar por intercambio de partículas más pesadas aún: las partículas W (que, por cierto, no han sido detectadas aún).
Si las partículas de intercambio no tienen masa, la interacción tiene un alcance máximo, y esto es lo que ocurre con la interacción electromagnética. La partícula de intercambio es en este caso el fotón, que no tiene masa. Una corriente de estos fotones carentes de masa constituye un haz de luz o de radiaciones afines. La interacción gravitatoria, que tiene un alcance tan grande como la electromagnética, ha de implicar una partícula de intercambio carente también de masa: lo que se llama el gravitón.
Pero los físicos tienen buenas razones para suponer que las partículas sin masa no pueden viajar por el vacío a una velocidad superior a la de la luz; es decir, a 299.793 kilómetros por segundo, ni más ni menos.
Si es así, los gravitones viajan exactamente a la velocidad de los fotones. Lo cual significa que los últimos gravitones que emitiera el Sol al desaparecer llegarían hasta nosotros junto con los últimos fotones. En el momento en que dejásemos de ver el Sol, dejaríamos también de estar bajo su atracción gravitatoria.
En resumen, la gravitación se propaga a la velocidad de la luz.