¿De dónde vino la sustancia del universo? ¿Qué hay más allá del borde del universo?
La respuesta a la primera pregunta es simplemente que
nadie lo sabe.
La ciencia no garantiza una respuesta a todo. Lo único
que ofrece es un sistema para obtener respuestas una vez que se tiene
suficiente información. Hasta ahora no disponemos de la clase de
información que nos podría decir de dónde vino la sustancia del
universo.
Pero
especulemos un poco. A mí, por mi parte, se me ha ocurrido que
podría haber algo llamado «energía negativa» que fuese igual que
la «energía positiva» ordinaria pero con la particularidad de que
cantidades iguales de ambas se unirían para dar nada
como resultado (igual que + 1 y - 1 sumados dan 0).
Y al revés: lo que antes era nada podría cambiar de
pronto y convertirse en una pompa de «energía positiva» y otra
pompa igual de «energía negativa». De ser así, la pompa de
«energía positiva» quizá se convirtiese en el universo que
conocemos, mientras que en algún otro lado existiría el
correspondiente «universo negativo».
¿Pero por qué lo que antes era nada se convirtió de
pronto en dos pompas de energía opuesta?
¿Y por qué no? Sí 0 = (+ 1) + (- 1), entonces algo
que es cero podría convertirse igual de bien en + 1 y - 1. Acaso sea
que en un mar infinito de nada se estén formando constantemente
pompas de energía positiva y negativa de igual tamaño, para luego,
después de sufrir una serie de cambios evolutivos, recombinarse y
desaparecer. Estamos en una de esas pompas, en el período de tiempo
entre la nada y la nada, y pensando sobre ello.
Pero todo esto no es más que especulación. Los
científicos no han descubierto hasta ahora nada que se parezca a esa
«energía negativa» ni tienen ninguna razón para suponer que
exista; hasta entonces mí idea carecerá de valor.
¿Y qué hay más allí del universo? Supongamos que
contesto: no-universo.
El lector dirá que eso no significa nada, y quizá
esté en lo cierto. Por otro lado, hay muchas preguntas que no tienen
respuesta sensata (por ejemplo, «¿qué altura tiene arriba?»), y
estas preguntas son «preguntas sin sentido».
Pero pensemos de todos modos sobre ello.
Imagínese el lector convertido en una hormiga muy
inteligente que viviese en medio del continente norteamericano. A lo
largo de una vida entera de viaje habría cubierto kilómetros y
kilómetros cuadrados de superficie terrestre y con ayuda de unos
prismáticos inventados por él mismo vería miles y miles de
kilómetros más. Naturalmente, supondría que la tierra continuaba
sin fin.
Pero la hormiga podría también preguntarse si la
tierra se acaba en algún lugar. Y entonces se plantearía una
pregunta embarazosa: «Sí la tierra se acaba, ¿qué habrá más
allá?»
Recuérdese
bien: la única
experiencia está relacionada con la tierra. La hormiga nunca ha
visto el océano, ni tiene la noción de océano, ni puede imaginarse
más que tierra. ¿No tendría que decir: «Si la tierra de hecho se
acaba, al otro lado tiene que haber no-tierra, sea lo que fuese eso»,
y no estaría en lo cierto?
Pues bien, si el universo se define como la suma total de la materia
y energía y todo el espacio que llenan, entonces, en el supuesto de
que el universo tenga un fin, tiene que haber no-materia y no-energía
inmersas en el no-espacio al otro lado. Dicho brevemente, no-universo
sea lo que fuere eso.
Y si el universo nació como una pompa de energía
positiva formada, junto con otra de energía negativa, a partir de
nada, entonces más allá del universo hay nada, o lo que quizá sea
lo mismo, no-universo.
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