¿Qué temperatura puede alcanzar una estrella?
Depende de la estrella y de qué parte de la estrella
consideremos.
Más del 99 por 100 de las estrellas que podemos
detectar pertenecen —como nuestro Sol— a una clasificación
llamada «secuencia principal», y al hablar de la temperatura de una
estrella queremos decir, por lo general, la temperatura de su
superficie. Empecemos por aquí.
Toda estrella tiene una tendencia a «colapsar»
(derrumbarse hacia el interior) bajo su propia atracción
gravitatoria, pero a medida que lo hace aumenta la temperatura en su
interior. Y al calentarse el interior, la estrella tiende a
expandirse. Al final se establece el equilibrio y la estrella alcanza
un cierto tamaño fijo. Cuanto mayor es la masa de la estrella, mayor
tiene que ser la temperatura interna para contrarrestar esa tendencia
al colapso; y mayor también, por consiguiente, la temperatura
superficial.
El Sol, que es una estrella de tamaño medio, tiene una
temperatura superficial de 6.000º C. Las estrellas de masa inferior
tienen temperaturas superficiales más bajas, algunas de sólo 2.500º
C.
Las estrellas de masa superior tienen
temperaturas más altas: 10.000º C, 20.000º C y más. Las estrellas
de mayor masa, y por tanto las más calientes y más brillantes,
tienen una temperatura superficial constante de 50.000º C como
mínimo, y quizá más. Nos atreveríamos a decir que la temperatura
superficial constante
más alta posible de una estrella de la secuencia principal es
80.000º C.
¿Por qué no más? ¿Y si consideramos estrellas de
masa cada vez mayor? Aquí hay que parar el carro. Si una estrella
ordinaria adquiere una masa tal que su temperatura superficial supera
los 80.000º C, las altísimas temperaturas del interior producirán
una explosión. En momentos determinados es posible que se alcancen
temperaturas superiores, pero una vez pasada la explosión quedará
atrás una estrella más pequeña y más fría que antes.
La superficie, sin embargo, no es la parte más caliente
de una estrella. El calor de la superficie se transmite hacia afuera,
a la delgada atmósfera (o «corona») que rodea a la estrella. La
cantidad total de calor no es mucha, pero como los átomos son muy
escasos en la corona (comparados con los que hay en la estrella
misma), cada uno de ellos recibe una cuantiosa ración. Lo que mide
la temperatura es la energía térmica por átomo, y por esa razón
la corona solar tiene una temperatura de 1.000.000º C
aproximadamente.
También el interior de una estrella es mucho más
caliente que la superficie. Y tiene que ser así porque sino no
podría aguantar las capas exteriores de la estrella contra la enorme
atracción centrípeta de la gravedad. La temperatura del núcleo
interior del Sol viene a ser de unos 15.000.000º C.
Una estrella de masa mayor que la del Sol tendrá
naturalmente una temperatura nuclear y una temperatura superficial
más altas. Por otro lado, para una masa dada las estrellas tienden a
hacerse más calientes en su núcleo interior a medida que envejecen.
Algunos astrónomos han intentado calcular la temperatura que puede
alcanzar el núcleo interior antes de que la estrella se desintegre.
Una de las estimaciones que yo conozco da una temperatura máxima de
6.000.000.000º C.
¿Y qué ocurre con los objetos que no se hallan en la
secuencia principal? En particular, ¿qué decir acerca de los
objetos descubiertos recientemente, en los años sesenta? Tenemos los
pulsares, que según se cree son «estrellas de neutrones»
increíblemente densas, con toda la masa de una estrella ordinaria
empaquetada en una esfera de un par de decenas de kilómetros de
diámetro. La temperatura de su interior ¿no podría sobrepasar ese
«máximo» de los seis mil millones de grados? Y también están los
quasares, que según algunos son un millón de estrellas ordinarias,
o más, colapsadas todas en una ¿Qué decir de la temperatura de su
núcleo interior?
Hasta ahora nadie lo sabe.
 
 
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