¿Hasta dónde puede llegar el proceso de fusión dentro de una estrella?
Cuando un número determinado de protones y neutrones se
juntan para formar un núcleo atómico, la combinación resultante es
más estable y contiene menos masa que esos mismos protones y
neutrones por separado. Al formarse la combinación, el exceso de
masa se convierte en energía y se dispersa por radiación.
Mil toneladas de hidrógeno, cuyos núcleos están
constituidos por un solo protón, se convierten en 993 toneladas de
helio, cuyos núcleos constan de dos protones y dos neutrones. Las
siete toneladas restantes de masa se emiten en forma de energía.
Las estrellas como nuestro Sol radian energía formada
de esta manera. El Sol convierte unas 654.600.000 toneladas de
hidrógeno en algo menos de 650.000.000 toneladas de helio por
segundo. Pierde por tanto 4.600.000 toneladas de masa cada segundo.
Pero incluso a este ritmo tan tremendo, el Sol contiene suficiente
hidrógeno para mantenerse todavía activo durante miles de millones
de años.
Ahora bien, llegará el día en que las reservas de
hidrógeno del Sol lleguen a agotarse. ¿Significa eso que el proceso
de fusión se parará y que el Sol se enfriará?
No del todo. Los núcleos de helio no representan el
empaquetamiento más económico de los protones y neutrones. Los
núcleos de helio se pueden fusionar en núcleos aún más
complicados, tan complicados como los del hierro. De este modo se
seguirá emitiendo energía.
Pero tampoco mucha más. Las 1.000 toneladas de
hidrógeno que, según hemos dicho, se fusionan en 993 toneladas de
helio se pueden fusionar luego en 991,5 toneladas de hierro. Al pasar
de hidrógeno a helio se convierten en energía siete toneladas de
masa, pero sólo una y media al pasar de helio a hierro.
Y al llegar al hierro entramos en una vía muerta. Los
protones y neutrones del núcleo de hierro están empaquetados con
una estabilidad máxima. Cualquier cambio que se produzca en el
hierro, ya sea en la dirección de átomos más simples o de átomos
más complejos, no emite energía sino que la absorbe.
Podemos decir por tanto que cuando la estrella alcanza
la fase del helio ha emitido ya unas cuatro quintas partes de toda la
energía de fusión disponible; al pasar al hierro emite la quinta
parte restante y allí se acaba la historia.
Pero ¿qué sucede después?
Al pasar a la etapa de fusión posterior al helio el
núcleo de la estrella se torna mucho más caliente. Según una
teoría, al llegar a la etapa del hierro se vuelve lo bastante
caliente como para iniciar reacciones nucleares que producen
cantidades enormes de neutrinos. El material estelar no absorbe los
neutrinos: tan pronto como se forman salen disparados a la velocidad
de la luz, llevándose energía consigo. El núcleo de la estrella
pierde energía, se enfría de forma bastante brusca y la estrella se
convierte por colapso en una enana blanca.
En el curso de este colapso, las capas exteriores, que
aún poseen átomos menos complicados que los de hierro, se fusionan
todos a un tiempo, explotando en una «nova». La energía resultante
forma átomos más complicados que los de hierro, incluso de uranio y
más complejos aún.
Los restos de tales novas, que contienen átomos
pesados, se mezclan con el gas interestelar. Las estrellas formadas a
partir de ese gas, llamadas «estrellas de la segunda generación»,
contienen pequeñas cantidades de átomos pesados que jamás podrían
haber conseguido a través del proceso de fusión ordinario. El Sol
es una estrella de la segunda generación. Y por eso, hay oro y
uranio en la Tierra.
 
 
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