¿Qué es la cuarta dimensión?
La palabra «dimensión» viene de un término latino
que significa «medir completamente». Vayamos, pues, con algunas
medidas.
Supongamos que tienes una línea recta y que quieres
marcar sobre ella un punto fijo X, de manera que cualquier otra
persona pueda encontrarlo con sólo leer tu descripción. Para
empezar, haces una señal en cualquier lugar de la línea y la llamas
«cero». Mides luego y compruebas que X está exactamente a dos
pulgadas de la marca del cero. Si está a uno de los lados, convienes
en llamar a esa distancia + 2; si está al otro, - 2.
El punto queda así localizado con un solo número,
siempre que los demás acepten esas «convenciones»: dónde está la
marca del cero, y qué lado es más y cuál menos.
Como para localizar un punto sobre una línea sólo se
necesita un número, la línea, o cualquier trozo de ella es
«uni dimensional» («un solo número para medir
completamente»).
Pero supón que tienes una gran hoja de papel y que
quieres localizar en ella un punto fijo X. Empiezas en la marca del
cero y compruebas que está a cinco pulgadas... ¿pero en qué
dirección? Lo que puedes hacer es descomponer la distancia en dos
direcciones. Tres pulgadas al norte y cuatro al este. Sí llamamos al
norte más y al sur menos y al este más y al oeste menos, podrás
localizar el punto con dos números: +3, +4.
O también puedes decir que está a cinco pulgadas del
cero y a un ángulo de 36,87º de la línea este-oeste. De nuevo dos
números: 5 y 36,87º. Hagas lo que hagas, siempre necesitarás dos
números para localizar un punto fijo en un plano. Un plano, o
cualquier trozo de él, es bidimensional.
Supón ahora que lo que tienes es un
espacio como el interior de una habitación. Un punto fijo X lo
podrías localizar diciendo que está a cinco pulgadas, por ejemplo,
al norte de la marca cero, dos pulgadas al éste de ella y 15
pulgadas por encima
de ella. O también dando una distancia y dos ángulos. Hagas lo que
hagas, siempre necesitarás tres números para localizar un punto
fijo en el interior de una habitación (o en el interior del
universo) .
La habitación, o el universo, son, por tanto,
tridimensionales.
Supongamos que hubiese un espacio de naturaleza tal, que
se necesitaran cuatro números, o cinco, o dieciocho, para localizar
un punto fijo en él. Sería un espacio cuadridimensional, o de cinco
dimensiones, o de dieciocho dimensiones. Tales espacios no existen en
el universo ordinario, pero los matemáticos sí pueden concebir
estos «hiperespacios» y calcular qué propiedades tendrían las
correspondientes figuras matemáticas. E incluso llegan a calcular
las propiedades que se cumplirían para cualquier espacio
dimensional: lo que se llama «geometría n dimensional».
Pero, ¿y si lo que estamos manejando son puntos, no
fijos, sino variables en el tiempo? Si queremos localizar la posición
de un mosquito que está volando en una habitación, tendremos que
dar los tres números que ya conocemos: norte-sur, este-oeste y
arriba-abajo. Pero luego tendríamos que añadir un cuarto número
que representara el tiempo, porque el mosquito habrá ocupado esa
posición espacial sólo durante un instante, y ese instante hay que
identificarlo.
Lo mismo vale para todo cuanto hay en el universo.
Tenemos el espacio, que es tridimensional, y hay que añadir el
tiempo para obtener un «espacio-tiempo» cuadridimensional. Pero
dándole un tratamiento diferente que a las tres «dimensiones
espaciales». En ciertas ecuaciones clave en las que los símbolos de
las tres dimensiones espaciales tienen signo positivo, el símbolo
del tiempo lo lleva negativo.
Por tanto, no debemos decir que el
tiempo es la cuarta dimensión. Es sólo una
cuarta dimensión, diferente de las otras tres.
 
 
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