¿Qué quiere decir que el espacio está curvado?
Al leer, así, de pronto, que la teoría de la
relatividad de Einstein habla del «espacio curvado», uno quizá
tiene todo derecho a sentirse desconcertado. El espacio vacío ¿cómo
puede, ser curvo? ¿Cómo se puede doblar el vacío?
Para verlo, imaginemos que alguien observa, desde una nave espacial,
un planeta cercano. El planeta está cubierto todo él por un
profundo océano, de modo que es una esfera de superficie tan pulida
como la de una bola de billar. Y supongamos también que por este
océano planetario navega un velero a lo largo del ecuador, rumbo
este.
Imaginemos ahora algo más. El planeta es completamente
invisible para el observador. Lo único que ve es el velero. Al
estudiar su trayectoria comprueba con sorpresa que el barco sigue un
camino circular. Al final, regresará al punto de partida, habiendo
descrito entonces una circunferencia completa.
Si el barco cambia de rumbo, ya no será una
circunferencia perfecta. Pero por mucho que cambie de rumbo, por
mucho que vire y retroceda, la trayectoria se acoplará perfectamente
a la superficie de una esfera.
De todo ello el observador deducirá que en el centro de
la esfera hay una fuerza gravitatoria que mantiene al barco atado a
una superficie esférica invisible. O también podría deducir que el
barco está confinado a una sección particular del espacio y que esa
sección está curvada en forma de esfera. O digámoslo así: la
elección está entre una fuerza y una geometría espacial.
Diréis que la situación es imaginaria, pero en
realidad no lo es. La Tierra describe una elipse alrededor del Sol,
como si navegara por una superficie curvada e invisible, y para
explicar la elipse suponemos que entre el Sol y la Tierra hay una
fuerza gravitatoria que mantiene a nuestro planeta en su órbita.
Pero suponed que en lugar de ello consideramos una
geometría espacial. Para definirla podríamos mirar, no el espacio
en sí, que es invisible, sino la manera en que los objetos se mueven
en él. Si el espacio fuese «plano», los objetos se moverían en
líneas rectas; si fuese «curvo», en líneas curvas.
Un objeto de masa y velocidad dadas, que se mueva muy
alejado de cualquier otra masa, sigue de hecho una trayectoria casi
recta. Al acercarse a otra masa, la trayectoria se hace cada vez más
curva. La masa, al parecer, curva el espacio; cuanto mayor y más
próxima, más acentuada será la curvatura.
 Quizá parezca mucho más conveniente y natural hablar
de la gravitación corno una fuerza, que no como una geometría
espacial... hasta que se considera la luz. La luz no tiene masa, y
según las viejas teorías no debería verse afectada por la fuerza
gravitatoria. Pero si la luz viaja por el espacio curvado, también
debería curvarse su trayectoria. Conociendo la velocidad de la luz
se puede calcular la deflexión de su trayectoria al pasar cerca de
la ingente masa del Sol.
En 1919 se comprobó esta parte de la teoría de
Einstein (anunciada tres años antes) durante un eclipse de Sol. Para
ello se comparó la posición de las estrellas próximas al Sol con
la posición registrada cuando el Sol no se hallaba en esa parte de
los cielos. La teoría de Einstein quedó confirmada y desde entonces
es más exacto hablar de la gravedad en función del espacio curvado,
que no en función de una fuerza.
Sin embargo, justo es decir que ciertas medidas, muy
delicadas, de la forma del Sol, realizadas en 1967, pusieron en duda
la teoría de la gravitación de Einstein. Para ver lo que pasará
ahora y en el futuro habrá que esperar.
 
 
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